Desde hace más de una semana, los residentes del Hospital Garrahan —institución pediátrica de referencia en América Latina— sostienen un paro por tiempo indeterminado. Denuncian salarios por debajo de la línea de pobreza, condiciones laborales extremas y falta de respuestas por parte del Gobierno nacional.
Un reclamo urgente en una institución clave
Los residentes del Garrahan, muchos de ellos médicos en formación en áreas críticas como pediatría, afirman que trabajan cerca de 70 horas semanales por un sueldo que no llega a 800 mil pesos, lo que representa un ingreso por hora de apenas $2.846. Esto implica una caída del 53% en términos reales desde diciembre de 2023, en un contexto de alta inflación y recortes presupuestarios.
«Esta nunca fue una discusión política, es una discusión moral», expresaron desde la Asamblea de Residentes. «Nos dedicamos a asistir a las infancias más frágiles del país, y exigimos condiciones dignas para hacerlo».
Sin propuestas salariales, solo promesas
Aunque en los últimos días se abrió una mesa de diálogo entre los delegados de residentes y el Ministerio de Salud, el Gobierno no ofreció un aumento concreto. La única alternativa planteada fue un «plus por productividad» o el uso de fondos propios del hospital para incrementar en $200.000 los ingresos actuales, lo cual fue rechazado por los residentes. La medida de fuerza continúa.
Desde el Ministerio de Salud, que encabeza Mario Lugones, se insiste en que «el problema no es presupuestario sino de eficiencia del gasto», responsabilizando a una supuesta sobredotación de empleados administrativos. Sin embargo, desde los gremios del hospital desmintieron esas cifras y advirtieron que el conflicto real es la deserción creciente de profesionales, la falta de insumos y el vaciamiento de áreas esenciales.
Un hospital que se sostiene gracias a sus residentes
El Garrahan, financiado en un 80% por la Nación y en un 20% por la Ciudad, atiende más de 600.000 consultas pediátricas al año. Su funcionamiento depende en gran medida del trabajo de residentes, quienes no solo cumplen tareas asistenciales, sino que sostienen internaciones, quirófanos, guardias y consultorios.
Los profesionales denuncian que el hospital está “desmembrándose” por el éxodo de personal altamente calificado. “Se tarda años en formar especialistas con este nivel. Si se van, no vuelven”, advirtió un médico del staff.
Una crisis que interpela al sistema de salud
El conflicto en el Garrahan refleja un malestar que atraviesa a buena parte del sistema público de salud: salarios depreciados, desgaste profesional y pérdida de condiciones laborales básicas. Mientras el Gobierno relativiza la gravedad del conflicto, desde los pasillos del hospital aseguran que el impacto ya es visible: turnos postergados, servicios desbordados y equipos incompletos.
En paralelo, el uso del sistema biométrico obligatorio para el control horario del personal y la amenaza de sanciones para quienes no lo cumplan agudizan el malestar entre los equipos de salud, que ya trabajan con dotaciones mínimas.
¿quién cuida a los que cuidan?
Los residentes del Garrahan no solo piden una mejora salarial: exigen dignidad profesional, respeto por su rol formativo y el reconocimiento de ser parte vital del sistema sanitario. Sin ellos, la atención diaria a miles de niños del país está en riesgo.
El conflicto está lejos de resolverse. La próxima asamblea convocada por los residentes será el 3 de junio, donde se definirán nuevos pasos mientras el paro continúa y la incertidumbre crece.